Cartas desde el Perú!

Hay una bandera asturiana y un tipo vestido del Sporting esperándonos en la terminal de llegadas del aeropuerto Jorge Chávez. Esos son los míos, que han venido a buscarnos. Significa que estamos en el Perú. Por fin. Me ha costado tres intentonas y 600€ del billete de Delta Airlines con escala en Atlanta. Hemos tenido que pasar 3 controles en Barajas con unas cuantas preguntas muy muy estúpidas, otros 4 controles en USA con otras tantas estupideces y otros dos en Perú, haciendo cuentas para evitarnos el ultimo control de equipajes (hay un semáforo que indica si tienes que pasar el control o entras directo, basta con averiguar la cadencia y colocarte en la fila en consecuencia) para finalmente entrar en el país.

La primera impresión no es muy alentadora, tráfico, contaminación, niebla y un montón de marcas comerciales españolas que están aquí bastante presentes, haciendo que el ojo no se impresione con el supuesto choque cultural. Dormiremos en la barriada de Miraflores, barrio tranquilo, clase media-alta, con mucha presencia policial y de seguridad privada lo cual indica que no debe ser precisamente un barrio muy seguro.

I Lima

Lima no es una ciudad que tenga buen aspecto al levantarse, es de mañana brumosa, fría, sucia, desorganizada, caótica, sin nada aparente para visitar (por lo menos que este a la altura del resto de las maravillas que se supone hay en Perú).

Nosotros no madrugamos, necesitamos descansar para todo lo que viene, desayunamos en uno de los sitios mas pijos de Miraflores (San Antonio 50, tienen fabada Albo para vender y lo echaremos de menos cuando nos volvamos a España) y nos tiramos al centro tras comprar los billetes de bus Cruz Del Sur que nos moverán por el país.

Visitamos la plaza de armas que no dejaría de ser una placita normal y corriente en cualquier otra ciudad, hacemos las habituales visitas a la Municipalidad, la Biblioteca y el Convento de San Francisco, paseamos por sus calles cercanas, yo no destacaría nada en especial, me aburro y tengo ganas de salir de la ciudad, no es esto lo que yo he venido a buscar.

Comemos con la familia en el parque Kennedy sabrosa comida peruana, damos una vuelta por los alrededores viendo bailar a los jubilados y bien pronto para la cama que tenemos billete de bus para las 3:45am hacia la reserva nacional de Paracas.

El día de Lima lo considero perdido, empiezo a darme cuenta de que necesito caña viajera para divertirme, necesito de alguna manera complicarme la vida y ver paisajes distintos a los habituales para disfrutar. Aquí lo único sorprendente es darse cuenta de como ha llegado la colonización china e india en el tercer mundo, en todo lo que no es Europa y USA, sus vehículos, sus motos, sus marcas están presentes por todas partes, ya nos han comido la tostada...

 

 

 

II Lima - Paracas - Ica

Tras una corta noche que apenas sabe a siesta escasa nos levantamos a las 2 para prepararnos y salir, mientras reniego y me quejo, ¿quien me mandará meterme en estos líos?, maldita la gana de moverme si no están siquiera puestas las calles. Llegamos muy pronto a la estación y no esta abierta, afortunadamente los vigilantes se portan y nos abren la cancela para que podamos esperar dentro.

El bus de Cruz del Sur es cojonudo, butacas amplias, muy reclinables, amplio espacio para las piernas y dan hasta desayuno. No se como lo hacemos en España pero nuestras compañías de bandera avergüenzan cuando son comparadas.

Al amanecer comienzo a ver paisaje y me entra la primera emoción del viaje, la que estaba buscando y que no encontraba en Lima, ese sentimiento de proximidad a lo desconocido, ese saber que ya no estamos en territorio familiar, viendo como desfila la pobreza en forma de casas paupérrimas, comparo con lo visto en Senegal y Nepal y no sabría decir quien es mas pobre, para eso ya hay índices que yo no sigo, para mi la pobreza tiene la misma pinta en todas partes, suciedad y casas diminutas, frágiles como cajas de zapatos.

La estación de Paracas es un chamizo infame de cañas y arena, sin paredes pero tienen un poco de todo: tienda, consigna, bar, sala de espera y hotel. Allí mismo nos venden la excursión a las Islas Ballestas (40PEN + 5 a pagar al embarcar) seguro que saliendo al pueblo es mas barato pero aquí no nos complicamos la vida, nos guardan todo, nos traen, nos llevan y nos embarcan.

La mar esta serena y llena de medusas mientras nos vamos acercando a las islas, personalmente y considerando que no soy biólogo ni zoólogo ni ornitólogo, mi interés único es observar el candelabro / tridente. Y así aparece por la izquierda, dominando toda la escena, rotundo, poderoso, pleno, puro desafío al cielo. Me hipnotiza, conforme nos alejamos me sorprendo de sus detalles, de su tamaño, de que haya aguantado no se sabe cuantos años hasta que llegué yo a verlo, comienzan las satisfacciones del viaje, esto es viajar por Perú, misterios e historia en el mismo paquete.

Las islas rebosan de vida en forma de pájaros y de olor a mierda, principal producto de la isla. También hay leones, pingüinos y pelícanos que nos atraen mayor atención. Todos nos protegemos ante la posibilidad de que nos caiga un premio, al final hay suerte y no cayó nada.

Continuamos con la excursión a la reserva nacional de paracas (35pen). Salvando un lenguado que comimos que estaba verdaderamente sabroso, del resto poco se puede decir, es de primero de magia, nada por aquí, nada por allí, la definición mas absoluta de la nada. La nada y tú, escribía Alfredo González, debería haberse pasado por aquí. No hay nada para ver porque no hay nada, reitero, solo cielo, arena y mar. Un cielo inclemente que cabalga nubes presurosas camino de los andes, nubes que no dejan una gota de lluvia para regar esta tierra infértil. No vimos absolutamente nada de vida animal, cosa lógica porque los animales no son idiotas y no quieren vivir allí. El suelo es un pedregal relleno de arena azotado por un viento frío constante que no permite estar cómodo, bajo un sol inclemente y con chaqueta, un mar bravo y frío debido a la corriente de Humboldt que trae agua antártica para imposibilitar el baño. Para mi fue totalmente prescindible esta visita**, sobre todo porque nos impedía completar nuestro plan del viaje de día, estar pronto en Ica para ir al oasis de la Huancachina. Lo único que nos salvó es que nos volvimos a encontrar a Regina, una guía que nos había asaltado durante la vuelta al pueblo y que se presto voluntaria para ir con nosotros hasta Ica para que pudiéramos hacer SandBoarding y Buggies por las dunas.

Y así fue, nos acompaño prestándonos incluso dinero porque estábamos escasos de soles, primero un taxi hasta la parada de bus Soyuz mas cercana en plena Panamericana (15PEN), ilusión y sesión de fotos por poder pisar una carretera tan mítica y una vez allí, tras pasar dos buses llenos, cogimos un colectivo hasta Ica (5PEN), una furgoneta conducida por dos niños imberbes y llena de nativos. En el peaje nos paró la policía y ese momento a mi me alegro el día. Pidió los papeles y toda la minivan se puso a alegar/ gritar que éramos familia, que íbamos a una fiesta. Incluida mi señora. Yo no pude porque se me escapaba la risa y esa risilla me acompaño el resto del viaje, familia, familia! El asunto murió con la correspondiente mordida y nadie parece decir nada.

Al final llegamos a tiempo para hacer el tour con buggys por las dunas de los alrededores del Oasis (60PEN) echamos cerca de una hora subiendo y bajando dunas como locos con el vehículo, engendro donde los haya, un motor, 4 ruedas y 12 asientos enmarcados en un chasis tubular. Nos tiramos también duna abajo con tablas mientras se ponía el sol. Una descarga atronadora de adrenalina para acabar el día suavizados del todo. El paseo bien merece la pena, es una montaña rusa plena de emociones, mientras vas comiendo arena como si estuvieras muerto de hambre. El sandboarding no lo hicimos muchas veces, el tiempo apretaba pero disfrute cada una de ellas como si fuera un helado de fresón en un caluroso dia. Regina todavía nos indico un hotel donde pasamos la noche, más seguro que pasarla en Ica. El oasis es un poco ñoño, la decoración de la laguna imita a ciertos paseos marítimos edulcorados pero la vista de las impresionantes paredes de arena que están ahí, mires hacia donde mires, presentes en todo momento, amenazando con invadir el oasis, hacen que bien merezca la pena la visita y la estancia. Cena simple y para cama, que estábamos rotos. Pese a los ruidos de un viaje de estudios de preadolescentes hormonados, dormimos como niños.

 

 

**: Sin embargo, una vez en casa, repaso las fotos de la reserva natural de Paracas y me sorprendo de la belleza descarnada que presenta, de la viveza de sus colores, del brillante contraste de azul, naranja y gris, aunque las fotos fueran tomadas desde un simple movil. Quizás no fuera tiempo perdido la visita...

 

 

III Ica - Nazca - Arequipa

Remoloneamos mientras esperamos a que desayune el grupo de escolares y salimos a media mañana hacia la estación de buses Soyuz, sacamos billete en un bus donde somos los únicos no nacionales, 10pen a Nazca, algo mas de 2h en las que recorremos la afamada Panamericana por paisajes lunares desprovistos de todo tipo de vida y sombra, puro desierto anónimo salteado por 3 o 4 oasis vinculados al tajo sangrante de ríos, muchos de ellos secos. El trayecto me parece simplemente aterrador de puro vacío escénico. Al bajar de la estación empezamos a negociar el sobrevuelo de las líneas con las recomendaciones de Regina. Al final conseguimospagar 85$ con Aeroparacas frente a los 150$ que nos pedían y para el aeródromo nos llevaron. Echamos casi una hora y media esperando en lo que era una pequeña pista y un edificio de ladrillo diminuto pero al final nos subimos en la avioneta para ver las afamadas líneas de Nazca.

Lo malo: el viaje es horrible, la avioneta se agita como una coctelera nerviosa, marea y mucho y de haber durado 5 min. más hubiera echado lo mejor de mi mismo.

Lo bueno: para mi la visión de las líneas fue una autentica revelación, son muchas líneas las que están trazadas, mas de las que yo imaginaba, solo conocemos la representación de las mas famosas pero cuando coges altura ves que ahí hay mucho mas, mas de 400 líneas que conforman figuras geométricas y no tan geométricas, se distinguen los caminos trazados por la mano del hombre por irregulares y caóticos en contraste con la armonía de las líneas rectas, triángulos, rectángulos y poliedros dibujadas hace tiempo con técnicas desconocidas. Y entre todos ellos, como en una sopa de letras, están ocultas las figuras conocidas por todos.

La avioneta se acerca y te avisa de lo que hay, y tu miras, rebuscas, indagas, intentas descifrar lo oculto entre lo evidente y de repente, estalla delante de ti, como un fuego artificial, con el artificio de una cerilla, con la luminosidad efímera de una explosión se revela ante tus ojos una imagen mas que reconocible. Y yo me emociono con cosas más simples que esas. Así como un juego vas observando el fenomenal trabajo de ingeniería que hicieron algunos (los nazca?) simplemente para que no se cuantos años después podamos pagar una avioneta y verlo desde el aire. Nos dan certificado de vuelo, nos sellan el pasaporte y nos volvemos a Nazca.

Casi sobre la marcha contratamos la visita a la Necrópolis de Chauchilla (25pen) y con parte de la comida en la garganta y parte en una bolsa de plástico, nos vamos con el guía y otros turistas.

La necrópolis no está nada mal pero no hay más que las tumbas y las momias, no es como cualquier atracción europea con sus aulas de interpretación, museo, sala y tienda de recuerdos, etc. Al contrario, en el espacio no excavado se ven huesos, pelos y mantas producto de la expoliación y yo, que no lo puedo evitar, tocando cabelleras de miles de años de antigüedad que están tiradas por ahí. Nos colocan también un paseo por una fábrica de cerámica y damos una vuelta por el pueblo que no tiene nada de nada que ver. Algo mas que Paracas si, pero porque se observa cierta vida inteligente (a ratos). Esperamos por el bus que llega con más de una hora de retraso, cosa habitual en el país, se empeña en desarrollarnos la paciencia infinita. Y con más complicaciones de lo esperado porque no hay quien duerma en ese bus con la prisa con la que se conduce, vamos cuesta arriba, cuesta abajo, curva a curva camino de Arequipa.

 

 

 

IV Arequipa

 Llegamos finalmente a Arequipa con dos horas de retraso, tras jugar un bingo en el bus, sufrir 2h de apestosas canciones melosas en español y certificar que dicho de mala manera, esta parte de Perú es un puto desierto. A veces arena, a veces piedra pero seco como solo puede ser un desierto y muy escasas ocasiones una profunda cicatriz verde acompañando a un río.

Arequipa la blanca. La primera impresión es la habitual de caos, miles de coches enfangados en un atasco kilométrico que desafiando toda lógica avanza presto. Un taxista nos lleva al hotel reservado y nos dejamos convencer para que nos lleve a uno mas cercano de mejor precio y así es, esto de romper reservas se esta convirtiendo en una costumbre.

Ducha y salimos a caminar, la plaza de armas está a dos cuadras y a mi me empieza a entrar la euforia de quien esta de viaje y acaba de encontrar una gema inesperada. De buenas a primeras Arequipa me encanta y no se porque. Es como una pequeña joya a la sombra de los poderosos volcanes que la rodean, es alegre, vital, infantil, pizpireta, la gente es todavía más agradable de lo habitual y abunda la calidad de vida en forma de pastelerías, dulcerías y toda clase de pequeños vicios relativamente inocentes. Se percibe un ambiente más relajado y seguro que en Lima y los precios son más razonables. Brilla el sol bajo un cielo blanco de puro azul, un cielo inmenso y redondo recortado por los volcanes omnipotentes, un cielo que hace pequeño al del mediterraneo.

Hacemos las visitas habituales y comenzamos por el Convento de Santa Catalina que es sencillamente espectacular, sencillo, simple, abrumador por lo hermoso y coqueto que es, colorido, cuidado, revelador, un verdadero paraíso para los amantes de la fotografía que en cada ventana, maceta, esquina, fuente, escalera, celda, cocina, rincón, terraza, huerta, patio podrán hacer una y mil fotos preciosas. Echamos dos horas allí dentro en las que disfruto como un enano espiando la vida oculta de las monjas de clausura que allí habitaban. Y no debían vivir mal a tenor de los lujos que nos muestran... Seguimos deambulando por la Arequipa colonial, con sus muros de canto, sus balcones y sus casas coloniales de piedra, subimos al mirador y de paso nos arreglamos la excursión de los dos días siguientes al cañón del Colca, durmiendo en Chivay y acabando en Puno. Cambiamos dinero, cosa que desde Lima no pudimos hacer y puedo darme una vueltita solo, un vuelo rasante por los alrededores de la plaza de armas, sumergiéndome en la vida local, recibiendo sonrisas gratuitas y pequeños cortejos que me hacen un tipo feliz, muy feliz. Esto es lo que quiero, un destino que se aleja conforme yo avanzo para obligarme a seguir andando, descubriendo las maravillas de la tierra y las gentes que se me pongan por delante.

Ahora dejo que las fotos hablen por mí.

 

 

 

 

V Chivay

Contratamos una excursión con guía al cañón del Colca y al mirador de la Cruz del Cóndor, (dos días, una noche 55PEN por persona todo incluido), nos despedimos de Arequipa y comenzamos a subir, recto, alto, hacia el cielo, tenemos la primera parada a 3900m, ya empiezo a sentir la carga del mal de altura, pruebo el mate de coca que me quita todos los males y disfruto de lo que queda de día, de las imponentes moles pétreas de los volcanes, de la aridez del erial que me rodea, de los bosques de apachetas, del aire que sopla y me despeina, de las llamas, vicuñas y alpacas que corren alocadas a nuestro alrededor. Doy fe de que Perú sigue siendo un desierto pero tiene sus detalles, pasamos por las termas de La Calera, todo agua caliente y turisteo pero es todo un placer bañarse a 40 grados mirando al río y a las montañas.

Y a la noche, mas turisteo en forma de restaurante con espectaculo folclórico lo que certifica que me he vuelto gilipollas del todo, hasta las turistadas me gustan, ceno como un glotón que la cocina es ciertamente buena, bailo, me divierto y me voy para cama que ya toca.

 

 

 

VI Cañón del Colca, Cóndores y Puno

 

A las 3 de la mañana tengo un martillo neumático percutiendome, un tornillo atravesado en la cabeza, así que esto es el puto mal de altura, me taladra la cabeza y me llega hasta el estomago, 4 horas de dolorido insomnio hasta que me ducho y me pido un mate de coca doble, mano de santo, toca subirse al bus y recorrer una pista de tierra para ver el cañón, las tumbas colgantes, el tajo del río en el valle y las litomaquetas hasta llegar al mirador de la cruz del Cóndor. La primera en la frente, el mirador es una romería, llena de gentuza berrando como si los cóndores estuvieran sacándoles las tripas, mercadeo, miles de turistas y un cóndor, estático en una roca, parece haber sido puesto por el ayuntamiento, hierático impasible ajeno a las hordas que le echan fotos. Con paciencia y esfuerzo logro encontrar un lejano mirador para mi solo pero allí no se ven cóndores, solo la profundidad abisal del cañón. Con pena pensando en el esfuerzo vano nos vamos al coche y súbitamente, en plena despedida, a mano izquierda se eleva majestuoso un cóndor, lejano, saludando brevemente y desapareciendo de nuestra vista en un efímero instante. Entrego la mochila en el coche y de repente aparece otro, me subo al pretil, suena la música de un artista callejero y conforme pasan los minutos van apareciendo mas cóndores justo delante mio, justos representantes en la mitologia inca de la vida eterna, volando para mí, pura magia, ejecutando su danza como si de un festival aéreo se tratara encima del aparcamiento de coches donde solo quedan dos furgonetas. El artista sigue cantando mientras degusto el momento mágico y cuento 8 cóndores, gráciles, etéreos, livianos, planeando a mi salud y yo me siento asi, como un niño, como si fuera este mismo niño y no se me ocurre otra cosa que gritarlo, eufórico, ebrio de felicidad, porque yo quería volar, ser un Ícaro, yo querría ser cóndor para poder elevarme majestuoso en el aire sin apenas esfuerzo y solo soy un pobre bípedo pero estuve allí y los vi volar para mí. Y me consuela, me hace feliz y como es fácil, me emociona.

El resto del día pasa sin mayores esfuerzos, triplicando la dosis de mate de coca porque parece ser la única solución a este peso que me aplasta, que hace que me taladre la cabeza hasta los pies y me duelan las piernas. A saber que me saldría si hiciera el análisis al volver de este viaje. El trayecto hasta Puno se me hace insufrible cuando no tengo mi dosis de coca.

En la estación de buses de Puno esta esperándonos Fredi, es un habitante de la comunidad Sancayuni en la isla Amantaní, ofrece alojamiento en su casa con su familia, nos acoge con cariño y se encarga de todo, nos lleva al hotel Las Margaritas a buen precio (55PEN), nos ofrece una pequeña visita por Puno, festiva y alegre.

La empatía con Fredy es instantánea, no he pasado ni una noche en su casa y la que voy a pasar me parece escasa, si fuera posible me iba con el ya esta misma noche. Nos acompaña hasta el hotel, cena con nosotros y al día siguientes a las 6 de la mañana ya esta en el hotel preparado para acompañarnos.

 

 

 

VII Amantaní

La noche en Puno es pésima, empiezo ya a temer mas las noches que los días, a partir de las 2 se me declara un terrible dolor de cabeza y no hay quien duerma. Ducha, otro mate de coca doble para resucitar y a la calle. Hay dos maneras de ir a Amantaní, escogemos la directa que consiste en un combi (furgoneta de transporte colectivo) hasta la península de Capachica (4PEN), taxi hasta el puerto (5PEN) y barca privada hasta la isla 50PEN. El lago es plácido y si tuviera que definirlo diría que todo es azul. Un inmenso azul en toda su policromía, desde las aguas azul claro casi transparente de la orilla al azul oscuro casi negro de la travesía y el azul celeste casi blanco del cielo. De entre toda esa amalgama de azul surge un azul difuso que se refleja en las montañas dando a todo el conjunto un aire diamantino.

La isla Amantaní es un pequeño paraíso sin motores, luces ni ruidos, algunas pocas casas con alumbrado a energía solar y escasas visitas turísticas. Fredy nos guía y nos pasea por la isla y pese al aplastante peso de la altura, pasín a paso vamos ascendiendo hasta los antiguos templos de Pachamama y Pachatata y la sensación es de total y absoluta tranquilidad, pura placidez en el paseo vespertino para ver el ocaso desde lo alto de las montañas. Nos adereza el paseo con buena parte de sus conocimientos y es un lujo contar con alguien así, nos cuenta historias, leyendas, usos y costumbres de la cultura de la isla, como se enamoraban los ancestros, como cortejaba él, tradiciones y fiestas en el pueblo, con voz pausada y relajada, con singulares giros de lenguaje pero con mucha gracia. Tras la cena, salgo a la noche estrellada, a rendir pleitesia a las estrellas, miles de millones de estrellas luciendo sus mejores galas para mí en una espectacular noche despejada, como si el sol diurno que ahora parece tan lejano hubiera estallado en un millón de luciernagas. Pocas veces he visto yo un cielo así tan cercano, tan inmenso, tan a mi disposición...

 

 

 

VIII Amantaní - Puno

La noche es toledana, de espadas y dagas, apenas una hora de sueño y luego vomito por un dolor de cabeza infame que me domina y me hunde. Vista la situación, a la mañana nos volvemos al hotel las margaritas para pasar el día tirado en cama. El romántico paseo en barca del día anterior se convierte en una tortura china a ritmo de potpotpot del motor de segadora de la chalupa. Luego alquilamos una combi completa para que nos lleve al hotel, nos sale mas barato que un taxi. Paso el resto del día durmiendo y medio delirando pero a la mañana siguiente ya soy medio persona como para partir hacia Cuzco la deseada.

 

 

 

 

 

IX Puno - Cuzco Inka Express

Inka Express es un producto solo para turistas, hay más compañías que hacen el mismo trayecto pero al final logramos rebajar el precio de 55$ a 30$ así que nos embarcamos, durante el trayecto hay guía, visitas turísticas y almuerzo buffet con animación folklórica. Ya empiezo a estar hasta las pelotillas de este espectáculo, siempre son las mismas canciones e igual desgana interpretando.

Visitamos el templo de Wiracocha, el museo de Pukará, Andahualillas y Raqsi. Al pasar La Raya, el punto mas alto del viaje, comienza a cambiar el paisaje, aparecen árboles y aumenta el tono verde de los prados, si bien sigue pareciendo un páramo castellano en un caluroso mes de agosto. Es curioso que aquí los eucaliptos son bienvenidos y en mi país son considerados una plaga. Cuestión de necesidades, supongo.

Damos un par de vueltas por Cuzco buscando hotel, confiando en el taxista como siempre y al final conseguimos uno en la plaza de armas a buen precio, la habitación es diminuta pero está céntrico, es silencioso y cómodo (90PEN con desayuno)...

Nuestro primer contacto con Cuzco es nocturno, pero se aprecia una ciudad llena de ambiente y señorío ensuciada con los turistas que hay por todas partes y sus parásitos con ellos, vendedores, jaladores, masajistas, joyeros, oportunistas, agentes de viaje, pedigüeños. fotos con llamas o con corderos, con trajes tradicionales. Todo se te ofrece en la calle, afortunadamente sin malos modos, todo se prostituye para cazar al turista...La cada vez más común enfermedad venerea del turismo.

 

 

 

X Cuzco

 

La ciudad no es fea, toma un color de barro vista desde las alturas, alturas que va colonizando poco a poco subiéndose del valle hacia las colinas, tiene rincones muy bonitos pero hay algo que me impide degustarlo completamente (aparte del regusto a parque temático que tiene la ciudad poseída por el turismo) y es la proximidad de Machu Picchu, el querer que pasen los días rápido, que llegue el gran día de estar allí, no veo la hora de llegar y eso me quita parte del sentimiento.

De mañana visitamos la catedral, lujosa y firme pero sin nada para destacar. Subimos andando a Sacsahuyaman, justo a tiempo para ver llover de manera torrencial así que sin refugio posible, tomamos taxi de vuelta al hotel para cambiarnos. Después de comer en el Jack's Cafe, repetimos la incursión al fuerte. Sacamos el atraco llamado Boleto turístico (130PEN) valido para todo Cuzco y Valle Sagrado en 10 días, caro de pelotas y accedemos a las ruinas para encontrar al entrar por la parte trasera unos míseros afloramientos rocosos y algunos restos de murallas. Todo cambia cuando se pasa a la plaza principal, se aprecia la encomiable obra de ingeniería que supone construir esos muros con esas piedras que simbolizan la eternidad, ensambladas como si hubieran nacido allí. Cuando hayamos acabado con el mundo seguirán allí, inmutables, eternas, somnolientas, macizas. Después de ver esto, cualquier otra obra no deja de ser un simple apelotonamiento de piedras. Los mismo se puede decir de Qoricancha y de los inmutables muros incas repartidos por la ciudad, cada piedra se merece un punto de atención porque es única y singular, una verdadera maravilla sobre todo para aquel al que le apasionan las piedras como a mí!

Aun así, mucha ingeniería inca pero todavía no encontramos un hotel donde las puertas se ajusten como dios manda...

 

 

 

XI Inka Jungle Trail I

 

Para llegar a Machu Picchu, optamos por la vía (complicada) del Inka Jungle Trail, bastante popular entre los mochileros tarados como nosotros, 185$, 4dias/3N con subida al cerro Machu Picchu, vuelta a media tarde y todo incluido con Golden Perú. De mañana, intentando superar la caraja del recepcionista del hotel partimos para subir al Abra Málaga, 4200m con vistas privilegiadas y alguna ruina inca de camino y una vez allí, equiparnos de manera ridícula con algunas protecciones y un chaleco fosforito y lanzarnos montaña abajo en una bici que relincha y gime. 45Km de descenso por una carretera muy bonita, con miles de curvas, ancha y fácil, surcada de arroyos, baches y tramos de tierra mientras va cambiando el clima conforme descendemos, pasamos por nieblas, lluvia y calor tropical. Al principio procuro ir suave, esperando por Ale, enseñándola para que no se me despeñe. Cuando ya logra ir al ritmo del grupo, saco los demonios que llevo dentro y sigo al guía, corro, vuelo bajo, derrapo en las curvas, me dejo llevar por la física inmutable de la fuerza de la gravedad y a ratos espero y me maravillo con la profundidad del valle, verde abajo, un bonete gris niebla arriba. Al cabo de los 45km nos recoge una furgoneta que nos deja en Santa María donde hacemos noche en un alojamiento misérrimo, en el que habita una docena de cucarachas, sin agua caliente pero por lo menos con baño privado. Cena donde nos sirven una bebida de cebada que sabe y huele a agua de cenicero y a la cama mientras llueve como si se hubieran abierto las puertas de los embalses del cielo...

 

 

 

 

XII Inka Jungle Trail II

Hoy toca autentico camino inca entre Santa María y Santa Teresa. Ambas son poblaciones nuevas ya que las tradicionales se las llevo el río hace una decena de años por el fenómeno del Niño. Da miedo la naturaleza aquí, un río poderoso encajonado entre paredes verticales que a menudo se derrumban modificando la geografía. Por el camino andamos sorteando continuos desprendimientos producto de las lluvias que arrasan la pista de tierra que aquí llaman carretera haciéndola impracticable. Al cabo de 1h de caminata empieza el camino Inka, escalones que hollan la montaña para subir a lo más alto y a lo más desprotegido. En la parte fácil se nos despeña una israelí del grupo, recién salida del servicio militar, nunca he visto gente con menos espíritu embarcado en una aventura de este calibre. Llegando al alto empieza lo divertido, centenarios escalones altos, piedra maciza de montaña a la derecha y un abismo a la izquierda, algo menos de medio metro de ancho el camino. Ofrendamos a la Pachamama para que no pase nada y comenzamos el descenso por un camino igual de complicado. No es un camino apto para pusilánimes o personas con vértigo, las vistas sobre la caída que te espera son aterradoras. Aun así, lo disfrutamos, ese riesgo producto de la proximidad del abismo y la superación de las dificultades son sensaciones harto agradables. No deja de sorprenderme que los Chasquis corrieran por aquí, o tenían mucho equilibrio o mucho personal de recambio.

En la comida llueve y abusan hasta hartar del cilantro. Por la tarde el camino sigue al lado del río que cruzamos en una cesta colgada de un cable hasta llegar a unas fuentes termales que hacen que te reconcilies con la humanidad y la felicidad desde una piscina a 40º con vistas al río, a las montañas y a la luna, que en su premura, se asoma antes de que caiga la noche.

El alojamiento en Santa Teresa es igual de básico que el anterior, sin agua caliente, baño compartido y básico como un chupete. El guía se preocupa de conseguirnos una habitación doble para no tener que compartir con gente del resto del grupo, hay que reconocer que cumplen lo prometido (seremos los únicos que disfrutemos del placer de que nos cumplan lo firmado...)

 

 

 

 

XIII Inka Jungle Trail III

 

De Santa Teresa a Aguas Calientes.

La primera parte por pista forestal, que para ellos es carretera, de Santa Teresa a Hidroeléctrica. De Hidroeléctrica a Aguas Calientes por el camino a la vera del tren. Siempre bordeando el río. Y de repente, en un puente, señales a lo alto, se ve algo ahí arriba, unos muros, unas ventanas, unas piedras. Es Machu Picchu, ya esta ahí, dándonos sombra, tenemos que rodear todo el Huayna Pichu para llegar a Aguas Calientes, parque temático turístico donde los haya, todo puesto al servicio del turista que quiere ver una de las maravillas del mundo. Estamos en el Perú a precios europeos y no hay nada para ver. Vamos pronto para cama que hay que madrugar para ver amanecer en Machu Picchu, muy cansado debo estar si me duermo con el grado de excitación que tengo.

 

XIV Machu Picchu

Morning Glory: Machu Picchu.


Dos palabras mágicas que me producen una tremenda sobreexcitación, me cuesta pensar en otro punto del globo que focalice mi atención como esta ciudad en los andes. Así que en cuanto suena el despertador, ducha y a la calle pleno de excitación, son las 5 de la mañana y desayunamos en la fila para coger lo antes posible los autobuses que suben, logramos coger el 3º y a las 5:50 estamos ya en la cola de entrada. Abren a las 6 y en cuanto puedo, entro. Paso de los guías, paso de todo, quiero llegar y ver lo que he venido a buscar.

Y allí estoy, finalmente, con unas pequeñas casas enfrente mío y justo detrás, el más que reconocible perfil de la ciudad perdida de los incas. Como era de esperar, me emociono y me siento el hombre más feliz del mundo. Tras un rato de extasiamiento comienza la ruta guiada. Nuestro guía, aunque majo, es pésimo tirando a nulo. Las explicaciones son difusas, erráticas, confusas, oscuras, con toques místicos y mucha estulticia. No es el único, conforme voy pegando la oreja a otros grupos, compruebo que cada uno cuenta lo que le viene en gana, sin ceñirse lo mas mínimo a la ortodoxia, unos dicen que era la ciudad perdida, otros que era la universidad inca, acaso un palacio de verano del inca. Todo conjeturas, exageraciones y verdaderas barbaridades como que Machu Picchu está en el centro del triangulo de las bermudas, hablan de energías solares y dualogías que son trilogías tetralógícas, no se si es puro sincretismo o ignorancia.

La ciudad en si es indescriptible. No hay palabras para describir lo que es y por más que releo lo escrito no logro acercarme a la imagen que tengo guardada en mis retinas.

Construida sobre la espina dorsal de la majada que existe entre Huayna Picchu y Machu Picchu cerro, está perfectamente integrada, blanca y dorada, hermosa, impoluta entre tanto verde brillante. Pese a los miles de millones de fotos que he debido ver me sigue impresionado la arquitectura, sus piedras talladas y labradas, sus plazas y escaleras, sigo descubriendo rincones mágicos en cada esquina, puerta, ventana y casa.

Teníamos cogida la entrada a Machu Picchu Cerro, a 3100m de altura, 600m de desnivel en un km y medio de subida. La subida es terrible, mucho más duro que todo lo hecho en el Nepal, escaleras realmente empinadas que se retuercen a la espalda de la montaña sin ofrecer un momento de respiro. Aun así, cada poco hay puntos donde observar la tremenda belleza de la ciudadela mientras subes al cielo. Me pueden las ganas y subo en una hora lo que se recomienda subir en 1 hora y media. Y desde arriba, la inmensa, plena y pura belleza de la ciudad perdida se aprecia en su totalidad, diminuta pero absoluta. A mis pies Machu Picchu, enfrente Huayna Picchu y serpenteando a mi alrededor, el enfurecido río Urubamba.

Es poco lo que puedo decir al respecto para describirlo con palabras en su justa medida, hay que ir a verlo en un día de sol pleno como tenia en ese momento para asumir la plenitud de su rotunda belleza. A la bajada sigo deambulando por la ciudad. Ale se ha dado por vencida por agotamiento pero yo no tengo ni hambre ni miedo ni sueño ni cansancio ni noto siquiera la lluvia que comienza a caer. Sigo dando vueltas alocado por la ciudad, visitando cada pared, escalera, rincón, casa o almacén. Me asomo a todas las puertas y ventanas, cuento las esquinas de cada piedra, observo los escalones, me quedo idiota mirando a los muros, soy una centella que recorre todos los senderos devorando todo lo que puedo con los ojos. A las 3 de la tarde me tienen que llamar por teléfono para marchar, toca ir a comer y prepararse para coger el tren, llevo 9h dando vueltas sin parar y aun así, lloro al irme, no quisiera marcharme. Pleno de felicidad y satisfacción por haber logrado llegar hasta aquí y aun así no es suficiente, quiero mas de esta ciudad, de este hermoso rincón del planeta, con justicia una de las maravillas del mundo.

Mientras espero por el bus descubro con cierta sorpresa que estoy calado hasta los huesos, que estoy muy cansado y tengo mucha hambre pero solo me apetece llorar de pena porque me voy y de felicidad porque estuve aquí y lo vi todo con mis propios ojos.

El resto de la tarde por Aguas Calientes es penar mientras esperamos por el tren, lleno de turistas como nosotros o peores, el turismo aquí no es tan autentico como en Nepal, hay viejos con bastones, ciegos, grupos escolares, perroflautas, el habitual muestrario donde abunda el turismo de masas.

La noche en Cuzco me pilla buscando sitio para cenar, con la sonrisa tonta y arrastrándome a la cama ebrio de satisfacción. Solo recuerdo la intensa, inmensa, plena y pura sensación de victoria, las ganas de levantar los brazos y gritar al cielo que lo he conseguido. Estuve en Machu Picchu!

 

 

 

 

XV Valle Sagrado

Para el último día en Cuzco y con ánimo de ver lo máximo posible cogemos un tour guiado por el valle sagrado. Una pequeña gran equivocación por dos razones, una porque después de Machu Picchu todo lo demás es poca cosa y segundo porque estaban más interesados en pasearnos por talleres amigos que en que viéramos las ruinas. Al final nos pasearon por un supermercado de la artesanía, un telar, una platería y nos dejaron sin ver la iglesia de Chinchero por falta de tiempo, tiempo empleado en visita a un parque temático del telar. Ollantaytambo bien merece la pena visitarla, es espectacular y grandiosa, ahí si que me hubiera hecho falta más tiempo pero íbamos guiados como corderos y así no es agradable para mí la visita. Continuaban las explicaciones erráticas y confusas así como la costumbre de ver imágenes zoomorfas en lo que yo veía claramente como montañas. Pisaq no esta mal pero no le llega a la suela de los zapatos y del resto poco puedo contar. Igualmente volvería a visitarlo, teniendo en cuenta el carísimo precio del boleto turístico que ya habíamos pagado pero quizás antes de subir a Machu Picchu.

La cena en Uchu Peruvian Restaurant. La destaco por espectacular, sabrosa y a un precio inimaginable en España.Afortunados de nosotros, la última noche en Cuzco hay un festival callejero, en el que se interpretan canciones religiosas, hay grupos vestidos a la manera tradicional y un concurso de engendros de fuegos artificiales delante de la catedral. Buena despedida de la ciudad imperial.

 

 

 

XVI De Cuzco a Lima

 

Nos acercamos pronto al aeropuerto y embarcamos sin más problemas que 1h de retraso. Llegamos a Lima con la siempre cálida bienvenida familiar, da gusto seguir descubriendo partes maravillosas de la familia a mi edad y vamos todos juntos a comer a la hamburguesería la Lucha, no esta mal pero se notan los precios de la capital. Hacemos algo parecido al turismo de compras que ya toca empezar con los regalos y constatamos que Lima tiene uno de los atardeceres más feos que yo haya visto. La permanente boina de niebla que nos acompaña hace que el ocaso parezca sucio, pervirtiendo los naranjas y ocultándonos todo lo bonito. No puedo decir que Lima me haya gustado lo mas mínimo, es una gran capital carente de toda belleza.

 

 

XVII Lima II

 

Penúltimo día, aprovechamos a visitar el Museo del Oro y La Huaca Pucllana. El museo no creo que merezca la pena, el desplazamiento toma casi media hora en taxi para luego ver agolpadas de cualquier manera piezas de oro de distintas civilizaciones. La organización e información brillan por su ausencia, aun cuando tenga artículos sorprendentes. Mas curioso es el museo de las armas de la planta baja, una inmensa colección de todo tipo de armas y artículos militares apelotonados de cualquier manera sin orden ni concierto, por todas partes hay algo para ver, expuestas en vitrinas a la altura de los tobillos, hay de todo acumulado allí, trajes, sombreros, una sala completa dedicada a arreos para caballos, paredes enteras llenas de estribos, pistolas decimonónicas junto a armas nazis en la misma vitrina que los estoques, trajes de samuráis junto a uniformes apolillados de dictadores igualmente apolillados afortunadamente. Tras la visita al museo vamos a la Huaca Pucllana, un curioso templo de adobe en medio del barrio de Miraflores, un antiguo cerro que posteriormente se descubrió como templo preincaico, de ladrillos de adobe apilados como libros para evitar seísmos.

Tras la parte cultural continuamos con la comercial. Regalos para casi todos!

A última hora nos acercamos al parque del Agua, con su afamado espectaculo de agua, luz y color. Para pasar un buen rato está bien aunque gracias a las niñatas acabé completamente empapado. Se pasa un buen rato visitando las distintas fuentes, el pasteloso soportal que rodea y viendo el espectaculo de proyección de imágenes en el agua en lo que intenta ser un pequeño parque de atracciones.

 

 

 

 

XVIII Lima III

 

Para el último día organizamos la excursión al templo de Pachacamac con Mirabus. Una equivocación con mayúsculas, la excursión es cara y no dejan siquiera patear las ruinas, haces la visita al templo desde el autobús, accedes un ratito al templo del sol y vuelta al bus. Totalmente prescindible. Continuamos con la orgía consumista certificando que Lima es fea y sucia, pocas capitales me han gustado menos, carente de todo color y sabor es imposible cogerle el gusto. Atardeceres grises, amaneceres oscuros, ni rastro del calor solar, nada que disfrutar en esta ciudad carente de calidez.

La tarde se va en preparar la maleta y salir pronto para el aeropuerto (40PEN taxi), tan pronto que no esta siquiera abierta la facturación. Cuando la abren y facturamos, nos asaltan los agentes de aduanas y nos hacen uno de los registros más meticulosos de mi vida. Afortunadamente no incluye tacto rectal ni tocamientos pero se atrevieron a abrirme mis alfajores, violando mi intimidad gastronómica, entre otras cuantas cosas. Hasta invitaron a un perro a la fiesta. Como nada había, nada encontraron y seguimos esperando para embarcar y echar a volar de nuevo

 

 

 

 

XIX Bonus Track Atlanta

 

Cuando aterrizamos, estamos en otra zona horaria, otro país, otro continente. Atlanta, EEUU, 13h de escala. Toca hacer turismo. El aeropuerto es grandísimo, pasamos los controles sin mayores problemas y vamos al centro en tren (2'5$) El centro como en todas las ciudades estadounidenses carente de grandes monumentos antiguos, apenas tiene Atlanta 150 años de historia, un museo de la coca cola, un acuario, centro de convenciones, estadio e inmensas calles vacías donde todo nos suena conocido debido a que son las imágenes que vemos en las películas, las señales, los semáforos, los anuncios, las cadenas comerciales, todo es conocido. Coincidimos incluso con la grabación de una película tras lo cual nos vamos a otro de los templos megacomerciales a seguir gastando tarjeta. En comparación con lo que yo conozco de EEUU (Virginia), Atlanta tiene mucha población negra, hay mucho colgado por la calle y da mayor impresión de pobreza, aunque quizás sea debido a la crisis. Me sorprendo de que haya tantisima gente estrafalaria dando voces por las calles y en los trenes.

Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra, los controles son más rápidos de lo que yo esperaba, hay mucho personal dispuesto para agilizar todas las gilipolleces que proponen las leyes, entramos al avión y las campanillas que empiezan a sonar y no parar forzándonos a cambiar de avión. Delta tiene un avión preparado pero en el cambio acabamos saliendo con 5h de retraso, aun así, no puedo tener queja, la atención y el servicio fue bastante completo. Ni comparación con las compañías españolas.

Otra noche mas que se nos consume en vuelo para llegar a Madrid en pleno puente de noviembre, pocas incidencias más que contar, comer, deambular por Madrid y cada uno por su lado, una para el sur y otra para el norte para llegar a casa finalmente con todavía la sensación de victoria, de euforia porque estuve en Machu Picchu, en la ciudad perdida de los incas.

 

 

 

 

Conclusiones

Perú

 

Es un país cojonudo, sobre todo por la gente, que en todo momento nos ayudó y aconsejó. Hay que librarse de las convenciones y la educación europea para poder disfrutarlo, no existe la organización ni las colas. Todo se negocia, se regatea y se consiguen mejores precios improvisando sobre la marcha. Me cuesta, nunca he llevado un viaje tan poco preparado y no me acostumbro a vivir con la dualidad del que quiere viajar con todo mirado, estudiado y organizado siguiendo un estricto planning y el que quiere ver, disfrutar y discurrir dejando que la vida transcurra a mi alrededores, dejando sitio para la sorpresa. Afortunadamente Perú facilita el discurrir tranquilo del viaje en cualquiera de sus opciones.

Otra lección de este viaje es que, como decía Calvin (el de Hobbes) en todas partes hay tesoros y me resulta curioso descubrir a mi edad que hay partes de mi familia que son maravillosas, que la familia no está solo para dar disgustos y problemas, tambien hay como en esta ocasión, gente abierta, rápida en el abrazo, cercana, cálida, generosa. No se como pago yo la deuda de cariño que he asumido con esta gente que con tanta alegría nos acogieron en Lima.

 

La gastronomía peruana me defraudó en cierto modo, quizás fueran muy altas las expectativas. Una vez que te sales de la corriente principal y te acercas a lo íntimo peruano, los menús se reducen a una sopa con cereal y patata y luego lomo saltado o arroz con pollo y patata. Resulta inconcebible el número de pollerias que hay en el país. Es baratísimo pero cansa. Afortunadamente existe la posibilidad de comer muy bien a precios que son la tercera parte que en España. Lo más curioso puede ser el Cuy, una mezcla de rata y conejo, un hamster que sabe a lechoncillo pero hay que trabajárselo para sacar la carne de los huesecillos. Mucho mejor la carne de Alpaca si logras encontrar quien te la prepare como dios manda, sin dejártela como un zapato, sin que parezca que murió de vieja de puro aburrimiento.

 

Paisajisticamente, Perú es una mezcla entre el inmenso erial en la parte de la costa y la exuberante vegetación en la sierra. Prefiero personalmente la viva belleza del Nepal pero Perú tiene mucho que ofrecer. Arequipa es una gema entre volcanes, el lago Titicaca un inmenso cristal azul que todo lo tiñe y Machu Picchu es cosa aparte. Creo que no hay cosa equiparable en el mundo. Pese a que lo haya visto un millón de veces, no estas preparado para la abrumadora belleza de la ciudadela, integrada en la montaña como si hubiera nacido allí, como si ese fuera el único sitio posible para ella y efectivamente así es, solo debe estar allí porque ese es su sitio, cada una de sus piedras está tallada y trabajada para formar parte de ese algo mágico. Aunque esté poseída por hordas de turistas de todos los pelajes y condiciones incluyendo algún alienado como yo, nada le resta un ápice de su absoluto poder y belleza. Hay que ir a verla, si o si, porque con toda justicia es una de las maravillas del mundo. Cada piedra, cada casa, cada camino ofrece un trozo de pura armonía elegante de pura simpleza. No tengo manera de describirlo mejor, me fustra no poder explicar lo brutalmente potente que es la visita a la mágica ciudad perdida de los incas.

 

 

 

Y como siempre, la estrella invitada, Ale, que me lo consiente todo con disposición, buen humor y mucho amor. Sin ella nunca sería lo mismo ni parecido. Afortunadamente, se acabó el viajar solo para mi! Y que me dure!

 

Definitivamente, pocos destinos se me ocurren ahora mismo que ofrezcan más que el Perú. Está ahí, esperando, a que esperas tú?

software moviles