Portugal 2010

 

Tenía una moto y tiempo libre, una semana de vacaciones y una frontera cercana que solo habia pisado de manera esporádica así que no me costó demasiado decidirme.

Portugal, ahí voy!

La Partida / Oporto


Amaneció el día de partida lloviendo como es costumbre cuando me voy de viaje en moto  así que me tomé el desayuno con filosofía y zumo esperando a que las calles secaran. Cuando pareció que mejoraba el tiempo armamos la moto y nos pusimos en camino por la costa hacia el parque natural de Somiedo donde los paisajes como siempre son espectaculares y donde el tiempo mejora al avanzar hacia el sur.
Conforme iba subiendo el puerto disfrutaba de las vistas que no por ser habituales no las apreciaba hasta que como quien no quiere la cosa un olor sospechoso se coló en mi nariz. Cuando logré identificarlo saltaron todas las alarmas, auauauauaua, pipopipopipo, inmersión, inmersión, toda la potencia a los escudos delanteros. Las orejas de punta y los pelos como escarpias temiendo lo que se me venía encima. Paro en el primer rincón que puedo temiendome lo peor y efectivamente se confirma el desastre: La alforja se habia caido sobre el escape y se había quemado. Y mucho. Y todo lo que habia dentro de dicha alforja crujiente también habia sucumbido.
Hago balance de daños y es para echarse a llorar:
totalmente quemados

  • un zapato
  • una sandalia
  • la toalla
  • calzoncillos
  • calcetines
  • el pantalon vaquero de Kevlar de moto held de mi señor padre.
  • una camiseta

y el resto de ropa que iba en la alforja apestando a goma quemada que hacía llorar. Que era exactamente lo que me apetecía en ese momento, viendome sin ropa para ir de viaje, con un efímero viaje que apenas me habia durado 100km...
En un gurruño se entremezclan toalla, sandalia y algo de ropa, era bastante dificil identificar a las victimas. Parecia aquello un desastre aereo en toda regla. Parte de ello era culpa mia por mi costumbre de equilibrar peso dividiendo la carga por igual...
Tras tirarme de los pelos un rato, me lio la manta a la cabeza, monto el chiringuito de nuevo y decido ir a pensarmelo a Ponferrada. Bastante quemado, eso si. Todavía por el camino me paro otra vez para sujetar las alforjas con bridas porque no me daban mucha seguridad y una vez en Ponferrada me meto vestido de torero a un centro comercial, el primero que veo, un Forum Sport, para comprar unos pantalones y unos playeros (15€€ cada uno) y tras pensarmelo un poco, decido continuar viaje.

No es que sea muy valiente ni echado para adelante, simplemente soy de ideas fijas y si yo tenía en mente ir a Portugal, iba a Portugal.

Reorganizo la situacion mientras como en una plaza del parking subterrano y tras consensuarlo con el hogar decido tirar para adelante como sea, acortando el recorrido en la medida de lo posible para llegar a Oporto rápido por lo cual no pude atravesar la provincia de Orense ni el parque de Peneda Geres como era mi deseo. Abandono con dificultad Ponferrada y subo por O Barco comenzando ya a divertirme pero no acabarían aquí mis cuitas porque en pleno tramo de curvas tengo que parar y despelotarme por un mosquito que me estaba picando de lo lindo. Yo me autolesionaba para acabar con el y el jodio no se dejaba. Al final, paradita, despelote, mosquitocidio, foto y vuelta de nuevo a la moto.
Encendido como estaba y con las carreteras sin indicar todavía me pasaría el desvio que queria tomar cerca de 40km!!

Cuando me pare a mirar el plano ya solo veia sangre. Media vuelta visto que no tenía mejores opciones para ir al pais vecino y ya iba que me llevaban los demonios. Afortunadamente la carretera de A rua a Verín es divertidisima, muy rápida y cuidada, iba detrás de dos moteros de la zona y logre evadirme de todo el stress y disfrutar de la moto! No se que tendrán las motos que todo lo despejan. Por Verín hacia Chaves y una vez pasada la frontera, gracias al cambio de hora y a que la sensacion de impunidad ayuda mucho a la hora de hacer kms rápidamente, al final llegamos al destino deseado a una hora prudente, apenas atardeciendo.
En Oporto el hotelillo no estaba mal situado, antiguo, con cierto sabor a rancio pero a un precio cojonudo. Eso si, pese a estar apenas a dos calles del rio tuve que recorrer por las famosas calles en cuesta y adoquinadas de Porto mas de media ciudad para llegar...
Tras deshacerme de todo lo quemado me fui a hacer un poco de turismo por la ciudad. La bola de productos quemados se vino conmigo de vuelta a casa ya que no lo pude despegar, me olia la habitacion a manifestacion del naval privada,
Comenzando con el turismo nocturno por Porto, poco que contar aparte de esto, una de las grandes sorpresas y uno de los grandes objetivos futuros mios:
Ya cuando buscaba el hotel habia visto una cantidad inconcebible de motos y me quede con la copla de que era una concentracion de paso pero no... Era la concentracion- Rally Les-a-Les, de Faro a Oporto. No he encontrado mucha informacion al respecto pero el ambiente y la organizacion era como mínimo Impresionante. Todos con el chaleco, regalos, numerados, etc... Muy recomendable, me la apunto para cualquier año...
Habia de todo, nakeds, scooters, megatrails, sidecares, R's, hasta clasiconas embarcadas en un viaje a traves de todo Portugal por todo tipo de caminos, de sur a norte, en el mejor de los ambientes...
Eso si, lo que más habia  como siempre, la BMW1200GS, en Portugal tambien la deben de regalar con los yogures. A ver si algun dia me entero de la promocion y cae una para mí.
Había un podio por donde pasaba todo el mundo en su moto, soltaba unas palabras, luego regalos, azafatas y demas parafernalia a lo grande, con muchos mas medios que las concentraciones patrias. 

Al dia siguiente amanecia soleado y tocaba un corto trayecto hasta Coimbra pero antes, otro deambular sin sentido por Oporto, cuesta arriba, cuesta abajo hasta que a mediodia armé la moto y camino al sur. Del trayecto poco que contar la carretera transitada y plana. Pero Coimbra...

 

 

Coimbra

Coimbra es una golosina! Fragante, fresca, lozana, sabrosa fruta de verano. Me costó un ratito encontrar el B&B que era todo un pequeño lujo atendido por una holandesa y tras aposentarme, ávido de sensaciones, me dedique a descubrir esta pequeña gran maravilla que es la ciudad universitaria, no os imaginais la cantidad de politica crítica que adorna sus paredes, pura sabiduría popular afilada e irónica, dandole la nota de color a una colorida ciudad que es una delicia para los sentidos, la vista que abarca el rio Mondego desde las terrazas de la universidad es para recordarla siempre

Vueltas y vueltas por sus calles, no se quien rebosa más alegría, si la ciudad o yo, me dejo llevar por sus perfumes, por el frescor de las sombras en su calles, por todos los bellos rincones de la ciudad hasta que ya se me hace muy de noche y me dejo caer rendido en el colchón.

 

El dia se despierta pleno de luz y calor y yo madrugo para continuar con mi travesía por la bella ciudad. Cruzo el rio para visitar el monasterio de Santa Clara y me ofrecen una visita guiada personalizada, solo para mí y añaden un ratito de introspección en el claustro que me libera de preocupaciones. A partir de este momento mi viaje será más ligero.

Es curioso que aquí se aprecie a simple vista que la competencia entre gasolineras es real. Otro motivo para renegar de España.

La hora de comer me pilla en plena carretera, larga, calurosa, llana, en definitiva, aburrida. Para comer paro tarde en el monasterio de Batalha, gentilmente me guardan toda la impedimenta en la taquilla ya que la moto se queda indefensa, al sol inclemente del verano portugués. El monasterio bien merece una visita sobre todo si queda de camino aunque se erigiera para conmemorar una victoria sobre los españoles. Piedra labrada, color tostado y mucha amplitud en unas naves que ofrecen una fresca sombra. 

 

Lisboa

  Tras la visita, más carretera hasta Lisboa, crece el tráfico, toca autopista, atascos, el desquiciamiento de las aglomeraciones, señales confusas y el stress habitual de estar en territorio desconocido tratando de guiarme por mi intución y los recuerdos de haber mirado un mapa en mi lejano hogar. El hotel está en la parte peatonal del centro, es un baratisimo hostal con baño compartido, 25€ la habi doble con desayuno, silencioso, apenas 5 habitaciones en un 4º piso sin escaleras, suficiente para mí, Recién llegado, duchado, con la ropa tendida para que se vaya el olor, al ataque..

 

Lisboa, que gran ciudad...
Una capital para saborear poco a poco, sobre todo por todo lo que hay que subir y bajar. Azulejada, colorida, cercana, luminosa, humilde, llena de rincones encantadores, con un envidiable respeto por las tradiciones y los ingenios antiguos, como los famosos elevadores, alguno tenia detrás de casa y no fui capaz de subir en los 5 dias que estuve por allí, grandes iglesias, pequeñas capillas, en fin, una ciudad apasionante.
El primer dia me hizo muy buen tiempo pero a partir de ahí se volvió muy irregular, lo mismo llovia que hacia un sol que aplastaba asi que chaqueta y gafas de sol para visitar colinas, al fondo el castillo, siempre cielo y nubes.
Pude asistir a una velada de Fado en riguroso acústico en el Chapitó. Me enteré de que se celebraba un concierto en este bar medio alternativo y para allí fui. Era mejor opción que un restaurante de esos de fado donde te clavan el estoque hasta la empuñadura y te tratan como a un guiri. El concierto fue muy bueno, muy próximo, con 3 cantantes, sin amplificacion y entre naturales del pais. Y lo más importante, sin notar un filo cortante en la espalda. Mientras tanto, llovía a mares en la ciudad despoblada y misteriosa.
Aquí tambien las paredes estaban llenas de graffitis pero no firmas de las que aquí abundan ni críticas como en Coimbra, al contrario, la ciudad estaba poblada de frases ingeniosas, irónicas, amorosas, la decoración popular llevada al extremo, alegría para mis ojos...
Atardeciendo en Lisboa solo se ven cuestas que por la noche se vuelven escaleras. Subo y bajo recorriendo sin rumbo fijo sus miles de adoquines.
Para mi buena fortuna eran las fiestas de Lisboa, cuyo patrón es San Antao. Me perdí el dia grande que era el sábado con sus desfiles y todo eso pero disfrute como un enano los dias previos, con fiestas en la calle, conciertos, chiringuitos con comida y bebida, farolillos, vamos unas fiestas según normativa vigente...
Acompañando las fiestas, los tipicos espectaculos callejeros, algunos verdaderamente bizarros en el que en una señora, no entiendo porqué se echó a llorar y la obra no era tan mala, uno cantaba y el otro bailaba. Ocioso como estaba, me quede un rato leyendo en el mismo soportal mientras desmontaban el chiringuito y me hizo gracia que al recoger la recaudacion se quejaran de que alguien les habia dejado un ticket de la compra y un blister de pastillas..En que sociedad vivimos...

Junto con las fiestas, otros beneficios como por ejemplo, que los museos eran gratis y asi me colé en el Museo de Carruajes simplemente porque era gratis y en el monasterio de los Jerónimos porque es algo que hay que ver en cada visita a Lisboa, al igual que la Torre de los Conquistadores y la ribera de la desembocadura del Tajo. El precioso monasterio no pude visitarlo completo debido a que había una parte cerrada por eventos oficiales, habrá que volver...

 Todo lo malo que puede haber en un viaje en solitario se compensa con el placer maravilloso de los pasteles de crema de Belem. No puede explicar lo buenos, buenisimos que están, un trocito de cielo en el paladar, una orgia de crema y canela en mis papilas gustativas, dulces, crujientes, quizás salados, que se yo que se oculta entre tantos sabores lujuriosos. Y yo sin nadie para poder compartirlo...

No todo fue visitar Lisboa y las cercanías, lo bueno de tener moto es poder desplazarse sin limitaciones y así en una mañana semilluviosa me acerqué a Sintra y su palacio da Pena. Ambos han de ser imperdibles en las visitas a Lisboa por cuanto ofrecen, simbolos de un lujo desmedido, un castillo clásico de piedra y otro ñoño, producto de un amor desaforado. O eso cuentan las leyendas para explicar de donde sale un castillo recoleto y colorido en la cresta de una montaña.

Tras la visita, me acerco al punto más occidental de Europa, el cabo da Roca, momento adecuado frente a la inmensidad marina, para quedarme sin bateria y no sacar ni una triste foto. Motivo para volver a Lisboa me sobran pero este es otro más.

 

 

 

La vuelta

 

Mientras yo disfrutaba de los encantos lusos las cosas en mi pais de origen estaban bastante complicadas, una semana de lluvias torrenciales habia arrasado medio pais y la tormenta me estaba esperando agazapada tras las altas montañas. Aun así tenía que retornar. La vuelta fue a través de autopista y apenas a las 5 de la tarde estaba ya comiendo en Sanabria. De Sanabria hasta Ponferrada cogí la carretera más equivocada posible, el alto que existe entre Sanabria y Ponferrada y del que desconozco el nombre, dos horas a traves de paisajes desolados y niebla, humedad y frio en pleno mes de junio para hacer apenas 60km.

El resto de la ruta fue compleja y por no se que extraña razon, quedará en mi memoria como un verdadero placer para los sentidos, Niebla, frio, lluvia, un rio desbocado por las lluvias, una carretera cruzada por mil y un arroyos, quizás un peligro en cada curva y yo tan feliz, disfrutando cada kilometro de recorrido, aun cuando me tuviera que dejar los ojos bajando el puerto, tratando de ver más allá de los escasos metros que me permitía la niebla, niebla que una vez abajo en el valle decoraba todas las cumbres que me rodeaban mientras yo circulaba lentamente, nadie más en la carretera, quizás el único ser humano que estaba en aquel momento en muchas leguas a la redonda, paladeando el intenso olor a humedad, a nuevo, a limpio que me rodeaba, todo adquiría nuevos colores y sabores, si no se si era cosa mia o producto de una semana larga de lluvias intensas. No puedo explicarlo mejor, no sabría decir porque disfruté tanto esos momentos, todo parecia luminoso pese a las nubes, todo era brillante y nuevo. Al final, tarde, ya era noche cerrada cuando llegué a casa, como siempre con una sonrisa estupida en la cara, la que me pone la moto cuando llego de viajar, la que me muestra comprometido con la idea de viajar en moto, la última aventura real que nos queda. 

 

 

 

Conclusión

Portugal es un pais alegre, hermoso y sorprendentemente económico. Pero tanto más me gusta un pais cuanto mas cálida es su gente, es el precio de viajar solo, ya que cada sonrisa multiplica su valor, cada detalle y atención se atesora y recuerda por cuanto ofrece de refugio al solitario como yo. Y Portugal es un país rico en su valor humano, rápido wn au acogida, solo puedo hablar maravillas de su cercana gente, de su capital hermosa y humilde como pocas, es todo un placer recorrer sus calles adoquinadas, cuesta arriba, cuesta abajo, leer mil y un frases escritas en sus muros, subir del rio que parece un mar a cualquiera de sus colinas y gozar de su gastronomia.

Portugal me va a ocupar mucho tiempo de destino y muchas ideas de ruta dado todo lo que me ofrece. Una apuesta segura que está ahí, apenas a la vuelta de la esquina!

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